Un día se despertó y todo había cambiado. Su casa, su dulce hogar, todo iba a ser derribado. En su lugar bloques de pisos y algún que otro adosado. Zonas verdes para pasear, talvez un supermercado. Otra herida en su corazón dolido, viejo y cansado. Sin rumbo, sin ilusión, en su destino atrapado. Los recuerdos de su niñez bajo escombros enterrados. Las plantas de su jardín serán cubiertas de asfalto. Su pasado sepultado por el bien común. El progreso avanza sin piedad aplastando sentimientos. Sus piernas pesadas no quieren pasear por otro lugar Sus tristes ojos no quieren dejar de ver el mar. Sus oídos ya no podrán escuchar a los pájaros cantar. Ni sus temblorosas manos a su perro acariciar. Otra herida en su corazón dolido, viejo y cansado. Sin rumbo, sin ilusión, en su destino atrapado. No quedan ganas para luchar. Ni lágrimas para derramar. No quedan fuerzas para gritar. No dejan aire que respirar.
