Mírame, tócame, siénteme. Ámame, ódiame, víveme.
Con pasión por vivir rápido, por sentir cada poro de mi piel.
Soy un soñador muy poético, pero un luchador muy patético.
Para acá, para allá, nunca quieto. Sin país, sin hogar, sin destino.
Adiós, no volverás a verme, somos dos pájaros sin suerte.
Un, dos, tres, empiezo a contar y me pongo de pie y me siento otra vez.
Cuatro, cinco, seis y siete también, ocho y nueve después, hasta llegar a diez.
Hasta aquí he llegado muy bien, al llegar a los cien desapareceré.